viernes, 2 de marzo de 2012

Pzl.

... una música de fondo digna de un gran compositor, un tango rápido pero profundo, con todos sus matices y detalles perfectamente pulidos y grabados en mármol, con un ritmo intenso pero emotivo, con tiempo a las cuerdas para lucirse y al piano para deleitar un sonido largo y pleno. Y con la melodía principal, un acordeón que sonaba a argentino, a años de historia, a cansancio, a sonrisas gastadas, a vida, a plenitud; un acordeón que repetía incesante un mismo estribillo, una misma frase, pareciendo querer decir: "lo siento, lo siento, lo siento". Esto fue lo que pudo escuchar desde fuera Áureo. Y se quedó impresionado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario