viernes, 15 de julio de 2011

so impressive.

Cachitos de trozos de fotos rotas, extractos de pedazos de recuerdos que están untados en ron.


jueves, 14 de julio de 2011

Cossi Cossi.

Espero que sea verdad. Lo valoraría bastantemente positivo. Jamás tuve demasiados problemas. Quita el demasiados. Nunca los tuve. Ni creo que los tendré. Aunque tú me des excusa para no escribirme blogs. Eres demasiado imprescindible para todos, eso me incluye. Un cachito de excusa para perderme una tarde entera en tu casa. Y tu sonrisa ,una auténtica insipiración. Faltó poco, o cossi cossi, para que todo entre nosotros acabra por romperse, por caerse los parches y descoserse los remiendos. Pero creo que al final no,  creo que se ha salvado. Por mi parte sigue siendo un creo. Pon tú un poquito de tu parte para que ése creo se quite de ésa frase, y sea cambiado por una tarde de acordes de guitarra y de tu voz de cristal. Te... te quiero:$

You promise, I doubt


miércoles, 13 de julio de 2011

Voyage.

Con la certeza del siempre incierto, la excéntrica manía de colocar las cosas y etiquetarlas según su nombre por parte del amante del orden, las locuras de un cuerdo. El amor de amante desatendido, la música del músico al que nunca escucharon, las tiritas y los parches que solía ponerme en el corazón, y mi costumbre de discutir sabiendo que no tengo la razón. Como todos los abrazos que no eran más que una gran montaña de mentiras, de caras raras que forzaban sonrisas, los "te quiero" vacuos de sentido, significado y sentimiento.  

Ésta es mi lista de pertenencias, escasa, como ve, pero de la que no sobra nada. Puedes cerra la maleta, no pienso llevarme nada más. Todo eso y... ¡ah!, un par de rosas.

siempre tuve la intención, me faltó el arte#

Intenta mentir, decir que nunca me quisiste. Intenta esconder que te derritiste por mí. Que tu corazón jamás latió por mí. Inténtalo. Si decir muchas veces una mentira la convierte en verdad. Y bueno, no voy a referirme a tu conciencia porque dudo que tengas. Luego la gente dice que la hipocresía está sobrevalorada. Lo asumo y admito. Tú eres el caso. Ahora sí, ahora no, ahora lloro y me lamento, después sonreiré un rato. Quizás soy yo el que te pegó eso de ponerte máscaras.

No te des por aludida. Si no va por ti... :)

martes, 12 de julio de 2011

las tildes no me funcionan:$

Esto es peculiar. Cuento mis aciertos con los dedos de una mano, la misma mano que utilizo para anotar errores a mi ya larga lista. Y sin embargo, no suelo tener en cuenta los aciertos, al considerarlos estupidamente inutiles. Un acierto no te vale de nada a la larga, la memoria  lo olvida y es como si nunca hubiera ocurrido. Y los escasos aciertos que cuento y guardo los uso modestamente como recuerdo casi anecdotico. Cierro los ojos y abro mi mente, y estan ahi. Los miro con cariño, y con algo de  nostalgia, y abro los ojos de nuevo. No es bueno para nada eso de estancarse en los recuerdos, ni en el pasado. Aunque a veces quiera cambiarlo.

Aunque a veces quiera cerrar viejas heridas que sangran ya por costumbre, y aunque a veces quiera correr hacia  atras para abrazarla, besarla y decirle que la queria, que la seguia queriendo y que jamas deje (y probablemente) dejare de hacerlo.

Aunque a veces quiera poner las tildes que tuve que poner en las palabras que las tuve que poner. Y los puntos de las ies que se me cayeron de los bolsillos antes de ponerlos. Pero, probablemente, y como me pasa ahora con el ordenador, las tildes, los acentos, no me funcionan. Y me jode al escribir. Al igual que me jodio eso de no poner las tildes cuando debi hacerlo. Por eso es malo estancarse en el pasado, y en los recuerdos. Porque algunos pasan, pero otros se quedan por pura impotencia, como es mi caso. Como las jodidas tildes, que me siguen sin funcionar.

lunes, 11 de julio de 2011

#3

Nunca he tenido una cierta estabilidad. Jamás mi corazón ha latido en un sentido, por una persona. Lo más parecido que me pasó se rompió como cristal entre mis propias manos, y me quedaron cortes. Tampoco se puede decir que haya tenido tranquilidad en mis últimos meses de vida. He oído cantar a sirenas sin cola y he visto llorar a verdaderas rompecorazones. He visto arder una buhardilla entera rebosante de cajas mojadas de alcohol y llenas de recuerdos a ritmo de Pyro, y luego, verlas de nuevo resurgir como un ave fénix, de sus cenizas. Los recuerdos no suelen morir a menos que no sean olvidados a base de otros recuerdos. Pero he visto cómo ese olvido no es lo más recomendable en algunos casos. Básicamente porque lo he sufrido. O al menos, un intento del olvido de mi persona.

He aprendido a contar amigos con los dedos de una mano, he aprendio a coserme las heridas del corazón y a apreciar las canciones que encienden una pequeña mecha en mí. He intentado aprender a volar sin alas, y a no seguir el rastro de tu perfume francés. He aprendido a aprender de mis errores y a olvidar mis aciertos, por su completa inutilidad a la hora de elegir otra vez. He aprendido, o mejor dicho, he asumido mi total incompetencia a la hora de elegir mis blancos, y mi completa falta de puntería con mis verdaderos objetivos. He aprendido a improvisar con menos que nada para al final cambiar las expresiones tristes o taciturnas por unas más alegres, y los blogs en mi contra por canciones . He visto que no me queda alma, que se consumió allá por Enero, quemada por un cigarrillo que a falta de cenicero apagué ahí. Y me he demostrado que me hace falta algo de color porque últimamente estoy demasiado gris, demasiado adverviado.

Pero no todo ha sido malo. Hanfry ayuda bastante cuando el cielo raso y claro del atardecer se extiende por encima de casa de Bárbara, y las canciones buenas siempre sonarán en mi tocadiscos, al menos, una vez más por tí, amigo mío. Pero creo que aún hace frío como para salir a volar por ahí un rato. Creo que aún tengo cristales rotos clavados y escondidos. Y queda un poco todavía para que vuelva a ser yo mismo. Pero tranquilo, que llegará. Volveré. Y si no vuelvo sólo, tendré que ir a buscarme.

domingo, 10 de julio de 2011

it´s too cold outside, for angels to fly

Suele hacer frío cuando salgo a volar. Y de fondo suena música ácida. Ácido no es para nada triste, pero no es precisamente alegre ni optimista. Y me sienta bien. Es realista, es como la vida. Una de cal y otra de arena. Por eso me gusta. Porque me ayuda a levantar el vuelo sin despegar los pies del suelo.

Aún así, sigue haciendo frío cuando salgo a volar. Y también cuando vuelvo y desayuno en el balcón un par de huevos fritos y bacon frío. Y eso que es verano. Me recorren los escalofríos y de repente vuelven a soplar a ratos vienos fríos del norte, vientos de invierno.

viernes, 8 de julio de 2011

Meses sin dormir

Nunca hubo despedida. Tampoco un "¡Hola!" demasiado claro. Apareciste casi sin querer en mi vida, y prendiste todo con tu sonrisa. Y tus ojos. Y aunque me cueste reconocerlo, caí víctima de tus miradas y tus sonrisas. Tus toques sonaron, tus besos quemaron y tus ojos me mataron. Y me quedé quieto cuando debí de haber corrido hacia ti. Y me callé cuando tuve que decirte todo. Perdí porque aposté demasiado alto. Y ahora... bueno, ahora me quedan mis meses sin dormir; mi completa incompetencia a la hora de componer si no eres tú el tema sobre el que escribir; las canciones que me recuerdan a ti, que me aprendo de memoria a base de escucharlas y escucharlas, pongámonos románticos, en el viejo tocadiscos del salón. Las que bailo descalzo cuando hace frío, con mi sombra como pareja de baile. También me quedan los muchos cigarrillos que me fumé pensando en ti, en nosotros, y en mi irritante gilipollez de dejarte ir. Impotencia, esa es la palabra que define los sueños  que me atormentan por las noches. Y las botellas de Bourbon que vacié por tus ojos, por tu sonrisa, por intentar olvidarlos.

Y me faltó muy poco para perder la cabeza sino hubiera sido por los pedacitos de locura que me prenden de vez en cuando. Y sigo completamente perdido todavía en ése puto lugar entre tus ojos y mi corazón. No sé a donde tirar. Quemé mi alma un frío día de invierno apagando en ella un cigarro, a falta de cenicero. 


Quizás es que tengo demasiados vicios. Demasiados. Como el de joderme a mí mismo la vida. Entre otras cosas, recordándote.