sábado, 26 de noviembre de 2011

Como un palíndromo: al revés significas algo.


Y, por fin, tras un rato, el nieto se calló, y el abuelo, nada enfadado, sonrió con cierto aire paternal, y le pasó el brazo por los hombros; y allí se quedaron los dos el resto de noche de esa noche de verano: observando las estrellas.

+Pues he de decirte que pese a tu opinión ,y, sin embargo, hubo un tiempo en el que fui capaz de todo, sin tener nada más que unos cuantos sueños apuntados en un papel. Tras esto, intenta negar mi magia, intenta repetir mi "sequedad".

-Me cuestiono demasiado esas cosas. Dudo todo lo que dices que hacías.

+Abusas de las palabras ácidas, pero bueno, ¿qué dudas exactamente?

-Tu estúpida historia de mago, no tiene sentido, ni aparente ni real. Es algo patético. Tu prosa es casi una canción de Pereza descafeinada y sin rimar.

+Pues, nietecito mío, eres de los únicos que lo piensa.

-¡Por favor! ¡Los demás están ciegos si no lo ven, es obvio! Dices ser algo que alguna vez soñaste, pero que olvidaste allí, ¡en los sueños!

+Te aseguro, sarcástico nieto, que yo fui capaz de atrapar la realidad en palabras, pero tanto la propia realidad física como la inmaterial: los sentimientos, las ilusiones, los sueños, la música, cada nota y cada sostenido, el olor del Sol tras una tarde de lluvia un domingo... Era algo precioso y terrorífico a la vez: la esencia de las cosas quedaba encerrada por mi pluma, su vida, su chispa de magia. Era capaz de hacer creer historias, personajes y lugares que jamás existieron. Los que me leían aseguraban que las imágenes se montaban frente a ellos, como trazadas por un pincel cadencioso e invisble: imágenes suaves, como en nubes esponjosas los días que hace frío; y aseguraban también que, al tocarlas, se desvanecían como una lluvia de primavera. Yo era un ilusionista, un mago de la prosa, el pintor de sueños...

-Oh, qué poético, algo demasiado tuyo, abuelo. ¿Y qué pasó?

+Nada. Como todo en esta vida, un día se va y te quedas sin blanca; un día deja de ocurrir. Es como amar, o escuchar una canción preciosa: alguna vez se acaba. La inspiración se evaporó entre mis dedos como agua fría.

-Abuelo, jamás me voy a creer tu historia. ¿Qué te queda de todo eso?

+La mejor sensación del mundo, la satisfacción. Porque yo jamás cuestioné nada de lo que hize, pues lo creo correcto. Siempre lei mi mundo de izquierda a derecha y lo vi de arriba a abajo, pero hubo excepciones... Como ahora, por ejemplo. Igual eres tu ,querido nieto, el que necesita cambiar de perspectiva, párrafo por párrafo, guión por guión... de abajo a arriba. Y ahora, intenta negar mi  magia.

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