martes, 3 de abril de 2012
Prelude nº 2
Las cosas pasaron porque no iban bien, y, en el fondo, tú y yo lo sabíamos. Bueno, yo sabía que dejaría de seguir tus movimientos nerviosos al salir de la ducha; que no volvería a encontrarme tus ojos verdes mientras rebuscara un poco de amor (o algo parecido) en los bares; sabía perfectamente que el piano se me haría más largo y mucho más triste. Maldita sea, lo sabía. Lo que no se es por qué no hice nada para evitarlo.
Cuando te largaste, decidí no mentirme a mí mismo, no decirme al espejo que no te necesitaba, no dejar de cantarte las canciones aunque no estuvieras. No sé donde estás ahora mismo, pero sé que lo suficiente lejos de aquí como para intentar mentirme a mí mismo e ir a buscarte. Los aires de chulo de Bodeville se me escapan, y no quiero ni siento nada más que ese malestar profundo en el pecho. Si yo te quería, y tú también... por qué... bueno. Supongo que las cosas pasaron porque no iban bien. Y en el fondo, tú y yo lo sabíamos.
Ahora, soy yo, y no mis pobres personajes de novela barata, el que bebe hasta olvidarse de su nombre, pero no de tu olor. Mis pobres personajes de novela barata, tan fieles, tan borrachos, tan pobres como yo les permito ser. Supongo que me la perdonarán. Pobre yo, escuálida sombra de los días soleados, nota en mitad de un pentagrama que no escribí. Esa es otra. El piano me quema, y las melodías tristes se repiten como un disco de vinilo. No es una rendición incondicional, pero es algo similar. Sin embargo, no pienso dejarme caer. Las cosas no son como aparentan, y las heridas sanan, y los efectos del alcohol desaparecen antes siquiera de que te de tiempo a darte cuenta de que estás sobrio. Volverán esos paseos con las manos atrás, y esas sonrisas. Volverán las melodías alegres en el piano, créeme. No has ganado.
Eso sí, no de inmediato. No me mentiré a mí mismo, pero tampoco me defraudaré. El insoportable reflejo del espejo es, al fin y al cabo, mi único compañero.
Antes de irte a a acostar,
Lee esto.
Estaré esperando que acabes para dejarte las cartas bajo el felpudo. No me olvidarás tan fácil.
Coge de cada una de las tres anteriores la primera.
Ahí está la prueba.
Fdo: Un anónimo para Hanfry. Y esta a su vez, de Hanfry a B. Por cortesía de ése loco tuyo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario