lunes, 12 de diciembre de 2011

Ocho.

Me acabas de demostrar todo con no hacer nada. Sonríeme en la parada del tren, estaré sentado un rato viéndote pasar lentamente, contoneándote, sonriendo, feliz por volver a caer en las redes de las promesas vacías. Las palabras no arden como los papeles, ni se borran como lo mensajes. Acuérdate de esto cuando te hagan tanto daño que te des cuenta de que tú estás sentada aquí, viéndole pasar. Porque a esa sonrisa ha caído más de una, y todas han acabado igual. Pero no pienses que me quedaré sentado aquí para siempre. Prefiero ser rey en el infierno que servir en el cielo. Con eso acabo, deja las llaves encima de la mesa. Estaré en la playa un rato, viendo bajar la marea, viendo como la luna se me esconde, pasando el frío incompasible de un invierno despiadado.

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