sábado, 17 de septiembre de 2011

y trato de arrancarme una palabra, pero me canso y me cuelgo

Cuando reconocí tu cara entre la multitud me quedé un rato quieto, en el sitio. Lo primero era que no sabía si eras de verdad tú. Lo segundo era que no estaba yo como para ir y saludarte, darte dos besos y decirte algo ingenioso para captar tu atención. Así que me quedé mirándote quieto, en el sitio, como un gilipollas. El cubata se me enfrió más entre los dedos, y tiré el cigarrillo porque se consumió solo y me quemó un poco. La verdad, no sé que me pasó. Estabas tan... cerca. Pero a la vez, tan lejos. Así que, tras un rato de silenciosa reflexión oliendo a Negrita, guié torpemente mis pasos a casa; una excusa, ningún motivo en especial, tú.


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