No es un ultimátum, no quiero que suene a ello , pero tampoco quiero seguir perdiendo el tiempo en asaltos que no van a ningún lado. Y tú seguro que coincides. Al menos, deja de juzgarme con los prejuicios del pasado, basados en un frío lejano ahora, e intenta mirarme como yo te miro a ti: con devoción, respeto, amistad y cariño. No quiero hablar contigo con cuentagotas, teniendo cuidado con todo lo que digo, porque, como en un juicio, puedes utilizarlo en mi contra. Quiero hablar contigo sin tapujos, como antes, contarte verdades y cosas y sentirme aliviado después; y viceversa si es que algún día te apetece hablar de mente de ciencias a mente de ciencias pero ahora mismo en sociales. Vamos, hombre, he dejado muchas cartas a tu razón, pero no me llegan las respuestas. No me jodas ahora que ambos hemos sangrado tanto y sufrido tanto desde nuestra respectiva esquina, y hemos visto sufrir y sangrar al otro, desde su propia esquina. Hagamos que éso haya merecido la pena. Y si no quieres, mira, te pongo la cara, golpéame en el perfil derecho, en el que tantas veces he dado por ti, en el perfil malo. Y acaba por dejarme K.O. de una vez por todas. Prefiero éso a darte un abrazo roto. Que sea por lo menos por los viejos tiempos. He cambiado, todos lo hemos hecho, es parte de la vida, de la adolescencia. Pero no tanto como para que me odies secretamente. Prometo no inmiscuirme en tus asuntos, no leer tus mensajes ni abrir tus cartas, pero al menos, te pido a cambio que bajes los brazos. Sabes que lo haré. Sabes que lo haré...
martes, 27 de septiembre de 2011
Sin cuentagotas, así es mejor.
Confianza teñida de mentira, es un color feo, deberías haber elegido el rojo, me gusta más. No me lo esperaba, no se exactamente si es lo que creo que fue, pero esta zancadilla duele en el alma, pese a no haberme caído. Y no es que haya sido sólo ésta zancadilla. Van varias, parece un puto combate de boxeo, y por lo visto tú y yo vamos ya por el asalto nosecuánto, y sabes que tenemos aguante. Nos damos treguas, eso sí, pero siempre acaba golpeando uno y cubriéndose otro, luego una sonrisa de más y un abrazo de menos y solucionado. Hasta que uno de los dos vuelva a dar. Pero, ¿sabes?, últimamente me estoy cansando ya, y sólo golpeas tú. Me estoy pensando seriamente quitarme los guantes, darte el "título", y tirar la toalla por un caso perdido. Sería más fácil si tú bajaras los brazos, sabes que yo lo haré también, que iré a abrazarte y te escribiré más notas con el alma en la mano. Pero tú decides. Llevo el orgullo cosido a los genes, tú defiendes tu cabezonería a capa y espada, pero sé que podemos dejarlo de lado.
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