lunes, 17 de octubre de 2011

como volar por el cielo sin alas

Lo es. Por supuesto que lo es. Me parece absurdo que te hayas enfadado por eso. Has hecho una montaña de nieve donde había un copo, un simple e inocente copo. Pero, ¿sabes?, pese a ser Octubre, hace sol, y calor, y ésa nieve suele derretirse. No quiere saludos fríos y miradas que nos echamos pero que evitamos contactar. "Joder, parece muy feliz", piensas tú; "Joder, ¿tan enfadado está?", pienso yo. No quiero eso. Aprovechemos ahora que todavía no es invierno para derretir la tensión glacial que se forma cuando yo me agacho a beber de la fuente y tu miras por encima. Se que, en el fondo, no estás tan enfadado como para repetir con frialdad lo de la pierna tras la valla; como tú sabes que yo no estoy tan feliz si no te huelo en los abrazos de despedida. La cosa no es para tomárselo así. La otra vez, cuando lo de Londres en verso, sí teníamos excusas buenas, o más o menos buenas. Pero ahora, tan de repente, y con unas causas tan ínfimas.... Joder, Johan. Prefiero que me sueltes a la cara lo que realmente te pica conmigo, o que me expliques qué te jodió. No voy a arrastrarme, no pienso hacerlo, y quería decírtelo, pero sí que quiero arreglarlo. Necesitas un 2º entrenador para la táctica, alguien del barça que realce tu imperioso madridismo. Eso mínimo. ¿Un amigo? Para mí sí, pero más que un amigo, un hermano mayor. Sólo te pido que pienses y juzgues por ti mismo. Elige. Salte de la trinchera, que todavía no ha empezado ésto, y vente pal sur, a la playa, a ver ponerse a sol, a escuchar nuestras canciones, a hablar de fútbol. Que el yang está triste y solito sin su ying.

No hay comentarios:

Publicar un comentario