Con la certeza del siempre incierto, la excéntrica manía de colocar las cosas y etiquetarlas según su nombre por parte del amante del orden, las locuras de un cuerdo. El amor de amante desatendido, la música del músico al que nunca escucharon, las tiritas y los parches que solía ponerme en el corazón, y mi costumbre de discutir sabiendo que no tengo la razón. Como todos los abrazos que no eran más que una gran montaña de mentiras, de caras raras que forzaban sonrisas, los "te quiero" vacuos de sentido, significado y sentimiento.
Ésta es mi lista de pertenencias, escasa, como ve, pero de la que no sobra nada. Puedes cerra la maleta, no pienso llevarme nada más. Todo eso y... ¡ah!, un par de rosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario