Esto es peculiar. Cuento mis aciertos con los dedos de una mano, la misma mano que utilizo para anotar errores a mi ya larga lista. Y sin embargo, no suelo tener en cuenta los aciertos, al considerarlos estupidamente inutiles. Un acierto no te vale de nada a la larga, la memoria lo olvida y es como si nunca hubiera ocurrido. Y los escasos aciertos que cuento y guardo los uso modestamente como recuerdo casi anecdotico. Cierro los ojos y abro mi mente, y estan ahi. Los miro con cariño, y con algo de nostalgia, y abro los ojos de nuevo. No es bueno para nada eso de estancarse en los recuerdos, ni en el pasado. Aunque a veces quiera cambiarlo.
Aunque a veces quiera cerrar viejas heridas que sangran ya por costumbre, y aunque a veces quiera correr hacia atras para abrazarla, besarla y decirle que la queria, que la seguia queriendo y que jamas deje (y probablemente) dejare de hacerlo.
Aunque a veces quiera poner las tildes que tuve que poner en las palabras que las tuve que poner. Y los puntos de las ies que se me cayeron de los bolsillos antes de ponerlos. Pero, probablemente, y como me pasa ahora con el ordenador, las tildes, los acentos, no me funcionan. Y me jode al escribir. Al igual que me jodio eso de no poner las tildes cuando debi hacerlo. Por eso es malo estancarse en el pasado, y en los recuerdos. Porque algunos pasan, pero otros se quedan por pura impotencia, como es mi caso. Como las jodidas tildes, que me siguen sin funcionar.
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