lunes, 11 de julio de 2011

#3

Nunca he tenido una cierta estabilidad. Jamás mi corazón ha latido en un sentido, por una persona. Lo más parecido que me pasó se rompió como cristal entre mis propias manos, y me quedaron cortes. Tampoco se puede decir que haya tenido tranquilidad en mis últimos meses de vida. He oído cantar a sirenas sin cola y he visto llorar a verdaderas rompecorazones. He visto arder una buhardilla entera rebosante de cajas mojadas de alcohol y llenas de recuerdos a ritmo de Pyro, y luego, verlas de nuevo resurgir como un ave fénix, de sus cenizas. Los recuerdos no suelen morir a menos que no sean olvidados a base de otros recuerdos. Pero he visto cómo ese olvido no es lo más recomendable en algunos casos. Básicamente porque lo he sufrido. O al menos, un intento del olvido de mi persona.

He aprendido a contar amigos con los dedos de una mano, he aprendio a coserme las heridas del corazón y a apreciar las canciones que encienden una pequeña mecha en mí. He intentado aprender a volar sin alas, y a no seguir el rastro de tu perfume francés. He aprendido a aprender de mis errores y a olvidar mis aciertos, por su completa inutilidad a la hora de elegir otra vez. He aprendido, o mejor dicho, he asumido mi total incompetencia a la hora de elegir mis blancos, y mi completa falta de puntería con mis verdaderos objetivos. He aprendido a improvisar con menos que nada para al final cambiar las expresiones tristes o taciturnas por unas más alegres, y los blogs en mi contra por canciones . He visto que no me queda alma, que se consumió allá por Enero, quemada por un cigarrillo que a falta de cenicero apagué ahí. Y me he demostrado que me hace falta algo de color porque últimamente estoy demasiado gris, demasiado adverviado.

Pero no todo ha sido malo. Hanfry ayuda bastante cuando el cielo raso y claro del atardecer se extiende por encima de casa de Bárbara, y las canciones buenas siempre sonarán en mi tocadiscos, al menos, una vez más por tí, amigo mío. Pero creo que aún hace frío como para salir a volar por ahí un rato. Creo que aún tengo cristales rotos clavados y escondidos. Y queda un poco todavía para que vuelva a ser yo mismo. Pero tranquilo, que llegará. Volveré. Y si no vuelvo sólo, tendré que ir a buscarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario