sábado, 20 de agosto de 2011

Vous et votre parfum français.

Aún hoy  sigo sin poder controlar los chispazos que pegan tus recuerdos en mi cabeza. Tu maldito perfume francés me huele en los momentos más inesperados, y me cabreo con el mundo porque no sé lo que me pasa. Tengo muchas dudas. O como dirían los malditos franceses, "J´ai beaucoup de doutes". No hablo de lo típico, de que me quedaste cicatriz y de que no puedo olvidarte. Esto es algo más serio como para desperdiciarlo con metáforas, es demasiado usual como para escribirlo e intentar darle fama, demasiado doloroso como para buscarle rimas y ponerle acordes de piano, y hacer una canción de ello. Es incluso demasiado irreal para ser. Pero así es. Tu maldito perfume francés no se despega de mi ropa, ni de mis sábanas, ni de mi cabeza. Y nuestros fantasmas (y digo nuestros porque, te guste o no, los compartimos), vienen a mí y me toca a mi batirme en duelo con ellos, la daga vizcaína en una mano, en la otra una botella tintada de verde de algo que no huele demasiado a agua mineral. Y bueno, así transcurre mi rutina de noches largas y sueño ligero, usualmente contigo, quizás, o con algo de lo que no me acuerdo al levantarme (hay días que suficiente tengo con eso de levantarme). Sueños que apestan a resaca,  de memoria infame y con cierta tendencia a la amnesia... de éso y de recuerdos que huelen a tu maldito parfum francés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario