viernes, 28 de diciembre de 2012

Opus#1

Las lánguidas almas de las rosas se marchitaron al compás de las estaciones, y el viento frío siguió vapuleando su ciudad de sueños con una falta de compasión inhumana. Cada lágrima enturbiaba más los arañazos que daba la pluma sobre el papel, las gotas de brandy en el café arrebujaban las palabras con las palabras, haciendo negros bucles de auténtico talento literario malgastado. Las aladas ideas de Cóssimo se fueron, emigrando al sur como las aves; y huérfano entonces de todo salvo de su propio lastre, acabó por desterrar aquella costumbre tan pesada como era el hecho de intentar conseguir que sus musas volviesen. El castigo de la falta de inspiración le comía desde hacía días, y no encontró resguardo en la calle, donde el aire soplaba tanto que temía porque los incompasibles vientos del norte se llevaran a sus ideas, como ya se habían llevado a Perséfone. Cóssimo estaba abatido, y echaba de menos el sol. Era entonces cuando el Senna se helaba y le privaba de reflejo siquiera, y el alma de Cóssimo se estancaba en la melancolía lenta de principios de Enero. Y ni siquiera el canto de las golondrinas, contrastable por su ausencia, le marcaba el ritmo de camino a casa. Cóssimo no era Cóssimo, sino una breve sombra desdibujada de aquel, un chupado trazo abrigado que se arrastraba de cama en cama, de Bourbon en Bourbon, de obras de Víctor Hugo a exposiciones de Goya.

Echaba de menos el sol.

Nunca sabría si el sol era ella, o era tan sólo una depresión post-otoñal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario